"Cuántos, no sé... Somos la constelación perdida que camina
lanzando estrellas,
somos la estrella que camina deshecha en luz". de Moraes.

viernes, 17 de septiembre de 2010

La despedida

¡Deja que adiós te diga con los ojos,
ya que a decirlo niéganse mis labios!
¡La despedida es una cosa seria
aun para un hombre, como yo, templado!
Triste en el trance se nos hace incluso
del amor la más dulce y tierna prueba;
frío se me antoja el beso de tu boca
floja tu mano que la mía estrecha.

¡La caricia más leve en otro tiempo
furtiva y rápida, me encantaba!
Era algo así cual precoz violeta,
que en marzo los jardines arranacaba.
Ya no más cortaré fragantes rosas
para con ellas coronar tu frente.
Mi amor, es primavera, pero otoño
para mí, por desgracia será siempre.

Johann Wolfgang von Goethe

viernes, 10 de septiembre de 2010

Fantasía para un sábado sin límites (Con un tratado sobre el amor al alcance todos) (Fragmento)

Hay que levantar la vida a fuerza de sábados
a punta de sábados
de sábados maduros y futuros,
de sábados con cresta y alegría,
de sábados con olas y con hilos,
con cohetes y papagayos.


Borrar todos los días y hacer del almanaque
un sábado grande, abierto,
largo, largo,
que el sábado es la almendra bisiesta
y porque la semana está llena de espantapájaros.


Un sábado con lunes grises, martes feos,
con miércoles sin brisa, con jueves sin garbanzos,
con viernes rotos
y domingos heridos,
porque en el sábado hay madera para hacer de él mil años.
Un sábado de vino sin eneros ni diciembres,
un sempiterno y constante sábado.


Yo tuve una novia que no me besaba sino los sábados,
porque su boca estaba llena de azúcares
y sus senos eran dos sábados.
Por eso aquella novia mecánica,
de frutales convites,
se me murió un lunes
y yo no tuve un domingo para llorarla
ni para rezar por sus manos.
Y el día que yo vi, oí y sentí a Dulcinea, 
-que me enredé en sus labios-
fue un sábado de gloria, de dulce de esmeraldas,
un enorme, un inmenso sábado, un prodigioso sábado.
Porque Dulcinea vino de una tierra sin hojas,
de un país sin pantanos,
en donde las golondrinas y los niños
conocen cuando es sábado.
Aquel sábado fértil, de repente,
yo estaba enamorado, definitivamente enamorado,
enamorado como el anillo de su dedo,
como la luz de la bombilla,
como la enredadera de su muro,
como un par de dados.


Porque el sábado es demócrata y risueño,
viste overol  y camisa de nardos
y todo el día se embriaga
y manda sus problemas al diablo.
Se corona de rosas de piedras preciosas,
de besos y de estrellas del todo alcaparrado.

CIRO MENDIA

Aviso

Este blog, en cumplimiento de los fines que se ha propuesto, publicará un texto (del dueño o de escritores) semanalmente.

Tito.